Amores que matan
Y me duele el alma, la vida y las personas. Y me duele la poesía que recitas con intención de dañarme. Que te veo venir, a oscuras, con el puño detrás de la espalda y sé que no son rosas lo que sujetas. A veces desearía no haberte conocido nunca. Te veo tras la mirilla y me duele lo que no dejas ver. Y me duele lo que callo y lo que nunca debí decir. Y me duele el dolor que sentí, porque queriendo (me) partiste. Porque queriendo (te) no tuviste valor de recomponer (me). Se nos clavaran las espinas allí donde nunca quisimos hacer daño. Y no habrá más rosas rojas en nuestro balcón anunciando la llegada de la primavera. Nuestro amor yace en el depósito de cadáveres y nos habrá matado la misma pistola con la que juraste no jugar a la ruleta rusa. Porque cariño, a estas alturas de mi locura amores que matan, mueren.