Quién sabe.
Perdí la inocencia y deje de creer en muchas cosas de mi
vida.
Deje de creer en los cuentos de hadas, en
las princesas y príncipes, en las historias de navidad y los mundos de
fantasía.
Me encontré cara a cara con la vida, le
mire a los ojos y me digo, que la máscara que me envolvía no me permitía ver la
realidad.
Deje de creer en las personas y en las
amistades.
Deje de creer en las promesas, en los
cumplidos, en las palabras... que casi siempre terminaban siendo raptadas por
el viento.
Empecé a pensar un poco más en mi y menos en
los demás.
Comencé a darles importancia a todas las
personas, que pese a todo se quedaron a mi lado y me soportaron. Caí en la
cuenta, de que hay más gente interesada que interesante y que las personas
entran y salen de nuestras vidas, casi tantas veces, como aire respiramos.
Opte por dejarme llevar por los momentos y
emociones y aprovechar cada oportunidad que me rindiese la vida.
Deje que ella misma me
sorprendiera y me trajo el mejor regalo de todos.
Así que, quien sabe.
Seguiré en mi linea, por el momento.
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