Explosiva
Ella siempre fue dinamita a punto de estallar.
Soñaba con eclosionar y arrasar
todo a su paso, no le tenía miedo a nada, arriesgaba sin pensar en las
consecuencias.
Nunca quiso reconocer que era
pura heroína para los drogadictos del amor, un huracán para aquellos que viven
de los sentimientos, la adicción echa persona.
Ella era la reina de los
desastres, tenía la capacidad de crear el caos en cada beso y declararse inocente
de todo acto, con una sola mirada. Descomponer corazones era su entretenimiento
preferido y despedazarlos, una adicción.
Cada vez que salía, el mundo
entero se rendía a sus pies y como buena homicida, juraba invocar al diablo y
proclamarse libre de pecado, en cada copa que bebía.
Llevaba tatuado en el corazón
la palabra dolor. Y aunque negara no tener amor en vena, todos sabíamos que la
razón de su forma de ser, aún llevaba inscrito un nombre y apellido.
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