Sin nada eterno


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Mientras sus ojos se convertían en mares embravecidos, una lagrima  recorría su mejilla, por cada una de las personas a las que echaba en falta.Sabía que no podía abrazarlas, besarlas o tocarlas. Incluso, sabia que acariciar una pantalla no la iba a transportar donde ella quería estar,pero, al menos, se sentía mas cerca de cada uno de ellos.
 Los quería, los quería con locura, pero ,a veces, el destino juega con la distancia y tendemos a terminar heredando su soledad.

Ella, no podía parar de mirar las cuatro blancas y vacías paredes que la rodeaban, eran el reflejo de sí misma, solitarias  y sin vida. Le hacían daño, le recordaban lo lejos que estaba de casa, de todo aquello que conocía y tanto anhelaba. Hay senderos en los que debemos caminar solos, pero resulta muy difícil cuando toda la vida has caminado acompañado.

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