Otra vez tú. Otra vez nosotros.

Siempre he creído en el destino, sobretodo en esas pequeñas casualidad que nos ofrece la vida.A día de  hoy, sigo diciendo que todo lo que pasa es necesario y que hay una razón, por la cual, suceden las cosas.
Entonces, un día corriente del mes de febrero, en un sitio que apenas conoces, te encuentras a alguien que hacia tiempo al que habías dejado de lado. Una de esas personas con las que viviste grandes momentos, pero que su recuerdo se quedo ahí, convirtiéndose así, en un extraño con el que compartes vivencias.
Una sensación extraña recorre tu cuerpo, como si la inseguridad y la ilusión bailasen al son, dentro de ti. Tienes ganas de hablarle y saber que ha echo durante tanto tiempo, si le han ido bien las cosas o si al menos, te  ha echado en falta cuando se sentía solo, pero tú, te limitas a saludar con la mano, convirtiendo así, todo el tiempo vivido con esa persona, en un simple gesto. Lo haces por que sabes que los dos habéis cambiado y crees que, quizás, debería ser mejor dejarlo todo como esta. Y es ahí, cuando te das cuenta de que, probablemente, sea como esa canción de ese grupo de música:  Otro país, otra ciudad, otra vida, pero la misma mirada perdida.Y luego al verle alejarse, sientes esa enorme presión en el pecho, una docena de recuerdos llenando tus venas y esa voz en tu cabeza, que te dice que has echo mal al no dirigirle la palabra.
🚬

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